Hoy en día la Internet está en mayor auge que nunca antes.
Con la infinita cantidad de documentos, archivos de música, imágenes, videos,
cursos, archivos, programas, juegos y redes sociales, las personas sentimos que
no podemos vivir sin nuestra conexión a la Internet.
En casa, la oficina, un restaurante, un parque, con nuestra
PC, una tablet o en nuestro teléfono o reloj inteligente, buscamos la manera de
pasar varias horas al día conectados leyendo lo que otros publican, viendo sus
fotos, reproduciendo sus videos o leyendo sus ideas.
Los "Likes", "Me gusta" o
"Favoritos" están a la orden del día y muchos y muchas hacen lo que
sea para conseguir más y más de ellos.
Las compañías telefónicas y de telecomunicaciones hacen cada
vez más para ofrecer mejores servicios que tengan mayor rapidez, con las redes
LTE o 4G anuncian con bombos y platillos sus servicios para enganchar a sus
asiduos clientes cada vez más jóvenes.
Prácticamente ya no hay plan de telefonía móvil que no
ofrezca cientos de megabytes de conexión a Internet además de brindar Facebook
y Whatsapp ilimitados por un precio cada vez más bajo que la mayoría de
personas empiezan a contratar porque lo ven como una necesidad y ya no como un
lujo.
En los medios de transporte públicos, las paradas de bus o
simplemente en la calle, es común ver a las personas consultando sus brillantes
pantallas, recibiendo y contestando mensajes o simplemente con sus pequeños
audífonos multicolores puestos, escuchando su música y alejados del resto del
mundo.
Supuestamente, las redes sociales tienen reglas bien
específicas sobre qué edad deben tener sus usuarios, pero ya todos hemos visto
a niños pequeños con sus propias cuentas en dichas redes sociales compartiendo
toda clase de contenido.
Prácticamente no existe hombre, mujer o niño que no posea
una cuenta en alguna red social o al menos una dirección de correo electrónico
y cada vez más los diferentes servicios públicos o privados empiezan a
solicitar los datos de redes sociales (especialmente Facebook) como datos de
clientes para registrarse o acceder a sus servicios.
Con la premisa de "Gratis", las redes sociales o
sitios web nos piden a cambio únicamente nuestros datos. Lo cual es tal vez lo
más valioso que tenemos, y ellos lo saben muy bien.
Y es que para acceder a una red social, un programa de
mensajería, un servicio de correo electrónico o una determinada página web sea
desde una computadora o desde un teléfono móvil, lo único que nos piden es que
nos "registremos" dando para ello un sin fin de nuestros datos
personales como nombres, apellidos, dirección, correo electrónico, correo
alternativo, contraseña, número de teléfono, etc. Y todo ello lo hacen
metiéndonos en la cabeza que es para velar por nuestra seguridad. Es que claro,
¿cómo te puede identificar un servicio si no provees datos personales? Las
promesas de seguridad biométrica todavía no convencen del todo y pueden ser
vulnerados fácilmente como ya se ha demostrado hasta la saciedad.
Y ahora, en la era "Post-Snowden" la gente está
solo un poco más consciente de cómo y cuánto nos vigilan en Internet. Siempre
me ha causado disgusto el asunto de las 'cookies' que millones de sitios web
emplean para conocer y memorizar tus búsquedas e intereses. Me causa risa el
"aviso" que dichos sitios web ponen cuando ingresas a ellos y que
básicamente sólo te dan dos opciones: o te dejas espiar mediante sus cookies o
te largas de dicho sitio web porque esa es su "política", ja ja.
O lo que se ha vuelto aparentemente una excusa para muchos
servicios web: hackearon sus servidores.
Y el supuesto o supuestos "hackers" (término mal
empleado en este contexto obviamente) han hecho públicos o han vendido las
bases de datos adquiridas y ahora miles de millones de cuentas serán
bombardeadas con publicidad o peor aún, se ve comprometida la privacidad y
seguridad de las personas.
Luego nos preguntamos, ¿por qué a nuestro correo electrónico
nos llegan ofertas y anuncios que jamás solicitamos? Porque algún cochino
servicio web en el que nos registramos (por lo general para descargar algún
contenido "ilegal" como música, videos o programas) vendió nuestros
datos al mejor postor (alguna empresa de fastidiosa y odiosa publicidad) y
entonces nos bombardean con sus anuncios inútiles. ¿A quién no le han llegado
ofertas de viagra, alargamiento de pene, aumento de senos o pérdida de peso que
jamás en su vida a consultado o solicitado?
Y es que esa es la "libertad" de la que
disfrutamos en Internet, puedes acceder a todo el contenido que quieras... a
cambio de tus datos e información. Y en ese momento, en vez de libertad
estaremos esclavizados por nuestros propios deseos.
Pero yo me pregunto, ¿qué impide que en un futuro -tal vez
en un marco de crisis económica- dichas redes sociales o servicios web nos
chantajeen usando nuestros posts, mensajes, imágenes, fotos, videos o
comentarios que alguna vez subimos a la nube?
Tal vez no la empresa en sí, pero ¿qué tal alguno de sus
deshonestos empleados, tal vez alguno que fue despedido, que necesite el dinero
desesperadamente o que tenga problemas mentales?
Imagínense la siguiente situación: "O nos paga $100.000
o su esposa recibirá la lista completa de mensajes que usted le envió a X
señorita el mes pasado", o "Si no nos paga $10.000 su novio o sus
padres verán las fotos íntimas que le mandaba a su amigo X por Whatsapp o
Snapchat", ¿A alguien le suenan los nombres "CelebGate" o
"The fappening"?. ¿Qué leyes lo impiden? ¿Qué hacen los políticos
para asegurar que eso no ocurra (si acaso hacen algo en absoluto)? ¿Cómo nos
estamos protegiendo nosotros mismos? Claro, la solución sería que los esposos y
esposas no fueran infieles y que las jovencitas y jovencitos no envíen sus
fotos desnudos, pero sabemos que eso sería un milagro más difícil de conseguir,
lamentablemente.
Las empresas de tecnología, información e Internet saben que
el futuro de la industria está basado en nuestra información personal;
desarrollan aplicaciones "gratuitas" para ella, investigan sobre
ella, financian estudios sobre ella, pagan por ella... ¿matarían por ella?.
Y todo ese dinero recaudado mediante Internet y las redes
sociales o aplicaciones "gratuitas" por nuestra información personal,
en realidad van tan sólo a un pequeño porcentaje de la población mundial, tal
vez un 5% que son los magnates de los negocios. Ellos son los que gastan
decenas de millones en crear servicios y aplicaciones que el otro 95% de la
población creerá que son necesarios y seguirán entregándoles sus datos
personales a cambio, haciéndoles ganar a estos empresarios miles de millones
por ello.
Es fácil saber qué rumbo le quieren imponer a nuestra vida,
conducta y pensamiento. Cada vez que leas que algún medio
"reconocido" cita que algún nuevo invento es "el futuro de la
industria", "el futuro de nuestra sociedad" o cosas similares,
ya sabes lo que los magnates están planeando para el resto de los humildes
mortales. Llámalo "Nuevo Orden Mundial", "Illuminatis",
"Masones" o como quieras. Ahora está de moda el "Internet de las cosas", los
dispositivos inteligentes "wearable" como relojes inteligentes, gafas
de alta tecnología, lentes de realidad virtual, cuantificadores de actividad
física, etc.; además las impresoras 3D, la ubicación omnitemporal por GPS, los
vehículos eléctricos o que se conducen solos y así por el estilo.
Deténte un momento y piensa ¿a dónde nos quieren llevar con
todo eso? ¿Qué conseguirán de nosotros si nos unimos al sistema y empezamos a
utilizar todo ello?
Es cierto que muchos idealistas los usan por el bien de los
demás y no podemos negar la verdadera utilidad que todos esos adelantos tienen,
pero en general, en base a esos pocos beneficios siempre está la misma idea:
nos querrán hacer creer que no podemos vivir sin esos aparatos o servicios y
que si no los tenemos nos hemos quedado en la época de las cavernas.
Y la mayoría de nosotros, sea por curiosidad, por ego, por
ser popular o no ser excluído del gentío vamos a adquirir todas esas cosas,
pelearemos por ellas y por las nuevas versiones o "mejoras" que las
empresas saquen a cuentagotas, pagándoles módicas cuotas mensuales por el resto
de nuestras vidas o entregando nuestro bien más preciado: nuestra información
personal.
En este momento cabe que te hagas la siguiente pregunta:
¿cuánto vale para mí mi información personal? desde ahora y en un futuro próximo
tal vez sea lo más valioso que tengas.
Con eso en mente ¿es verdadera libertad lo que nos dan o es
mera ilusión? ¿Es eso lo que tú quieres? Yo estoy seguro que no. Salte del
sistema, despierta a la realidad.